jueves, 17 de junio de 2010

Casa nueva

De las muchas veces que dije que cambiaría mi vida, esta es la única que realmente siento que será posible. Es curioso que en los mismos días esté a poco de mudarme de casa. Me gustaría pensar que será a un lugar mejor. Nueva gente, tal vez algún vecino inteligente para platicar de vez en cuando. Tal vez algún perro callejero que ande por ahí y se deje rascar detrás de la oreja al pasar juto a él. Tal vez que juegue con mi poodle. No sé, una casa grande y por algún motivo desconocido, barata. Calles con muy pocos coches y mucho espacio donde pueda salir a andar en bici sin problemas.
Y cada vez que lo pienso me suena más improbable. Pero siempre me ha pasado lo mismo los días previos a la mudanza... Un mar de historias se me viene a la cabeza, cada una más irreal que la anterior. Supongo que está de más decir que nunca he encontrado al perro callejero agradable, ni un vecino dispuesto a platicar conmigo de vez en cuando, mucho menos he vivido en una casa que realmente valga la renta que cobran. Y aún así, los cambios de casa nunca han perdido su encanto. Tengo otra vez la oportunidad de poner en orden todas las cosas de mi recámara, que últimamente me ha dado la impresión de que ya no caben aquí, ni siquiera las cosas que son útiles. Mi pequeño cuarto se ha convertido en mitad estudio mitad recámara y ya no encuentro ni dónde poner mi cabeza.
Cambiar de casa, para mi, es una forma de medir el tiempo; "Cuando pasó aquello yo vivía en no sé dónde", "cuando pasó esto otro ya vivía en no sé qué otro lugar". Y no entiendo cómo miden el tiempo los que siempre han vivido en el mismo lugar... ¿Será que soy la única que no es capaz de recordar una fecha?

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